martes, 5 de febrero de 2019

Retales de mi vida

Las noches son más largas
justo antes de quedarme dormida.

Siempre hay una voz
que me dice todos los tropiezos
que no he sido capaz de evitar,
las sonrisas que he mirado de reojo
en vez de cómo se merecen,
y todos los errores que podrían no ser míos,
pero lo son.

El dolor de cabeza me dice
que hay algo que no hice bien anoche
y que no aproveche la inconsciencia como es debido,
y que no es debido hacer
todo de lo que no me acuerdo.

Hay una parte de mi vacío,
que está llena de dudas,
es la misma que no me deja dormir,
que le da vueltas a todo,
todo el rato
que lo deja todo muy mezclado
para poder estar más tiempo
separando las piezas del puzle
en vez de hacerlo.

En la otra punta de mis posibilidades,
se asoma siempre una certeza con miedo
que nunca deja que la vea del todo,
que saluda detrás de la cortina
y solo me enseña el ojo que me guiña,
así que nunca sé
si tiene los ojos cerrados,
abiertos,
o parpadea.

Me resulta extraño no encontrarme en palabras ajenas,
que me cuenten cuentos que hablan de mí
pero no recordar si yo era Caperucita o el lobo.

Es como que me acaricien,
y no sentir nada,
y en esta guerra,
tengo que seguir en pié
por lo poco
que
me
queda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario