sábado, 24 de junio de 2017

Una caída

Debato conmigo misma si agarrarme o dejar que me escape entre mis dedos.

Me he abierto de tal forma
que ahora no consigo encontrar
el camino de vuelta,
se me ha caido todo en el trayecto
porque no encuentro la cremallera para cerrarme,
y las migas de pan que guardaba
para saber por dónde se volvía
me las comí por miedo a morir de un hambre
que no era mío.

Se me acumulan todos los males
de los que siempre he salido huyendo
y ahora ellos corren más que yo.

He tenido la poca decencia
de burlarme de muchas cosas
que no creí que fuesen a volver a aparecer
sobre mis pasos,
y ahora muerden
y dejan cicatrices que parecen no curarse nunca
y la sangre me ahoga
y yo me ahogo
y a mi siempre me costó respirar
cuando más aire había,
imagínate ahora.

Y yo,
que siempre he querido andar sola
porque no quería compartir
el sonido de mis hiperventilaciones,
me chascan todos y cada uno de mis huesos
cada vez que hago en intento de levantarme,
todos se asustan cuando los oyen,
yo no oigo nada
y siempre grito bien alto.

La eternidad y la libertad no existen,
no las busques.

Sigo sin saber por donde ando,
el desfiladero cada vez es más estrecho,
la buena noticia
es que se me ha caido todo lo que tenía,
y ahora la mochila no me pesa
de hecho no se ni para qué cargo con ella,
lo que si se
es que el equilibrio no va a ser capaz
de sujetarme en el próximo tropiezo,
y no veo el suelo al que caigo.

Supongo que ni yo soy capa de salvarme ésta vez.

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