domingo, 18 de junio de 2017

Rota, otra vez.

He escuchado la fractura de mi rodilla nada más caer a 100.000 kilómetros de distancia, mientras alguien en dirección opuesta me gritaba el motivo por el que me caía.

Me he dado cuenta de que me he roto muchas más veces de las que he sido capaz de recomponerme, y aún así no sé por qué hay más partes de mí de pié que en el suelo.

Ya no veo sitios donde poder enchufar el desfribilador para poder reanimarme, vengo arrastrando todo lo que tengo por si puedo hacer un apaño con todos los
trozos
que
me
quedan.

Los salvavidas me vinieron con instrucciones en koreano y nunca entendí como se usaban, los tengo llenos de polvo en alguna estantería donde se acumulan las pocas esperanzas que me quedan de poder levantarme y seguir andando.

Seguro que soy la próxima en hacerme la zancadilla.

A lo mejor encuentro algún desinfectantes que me saque de la cebeza todo en lo que no debería pensar y sólo deje hueco para lo que tiene que estar ahí.

Tengo tanta fe en salir ilesa fe ésta como en entrar en razón.

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