lunes, 19 de junio de 2017

Razones

Hay un angel con alas negras
que me cuida desde cada una
de las cuatro esquinas
desde las que planeo colgarme cada noche,
con una cuerda no mucho más gorda
de la que pueda sujetar un sueño roto.

Los lobos siempre serán libres
hasta que aparezca alguien
que les diga cuando  tienen que aullar
y cuando no.

Las ruinas siempre lo son
hasta que aparezca alguien
que las reconstruya y les ponga el nombre
que tenían antes de ser derrumbadas,
aunque ya nunca más vayan a ser eso,
aunque nunca más vayan a ser igual.

Es irónico que tengan más valor
y se las proteja más
que a los edificios
que no están rotos aún.

Nadie sabía qué era Pompeya hasta que ardió.

Hay una nube con forma de flecha
que atraviesa el cielo sin hacerle daño.

Ojalá yo tampoco me lo hiciera.

Mi angel
viene siempre acompañado de canciones tristes
para que yo sepa que está aquí,
me pone sobre aviso,
me pone sobre la mesa
las razones suficientes
como para coger unas tijeras
y cortar las cuatro cuerdas
que me hacen cosquillas en el cuello.

En la punta de la flecha de la nube del cielo,
a veces,
hay un rayo de sol que me ciega la vista
y me deja ver sólo el arco,
la flecha ya no está,
pero el arco me sigue mirando a mi.

No se si alguien podría vivir constantemente
con una pistola sin balas apuntandole en la sien.

Yo disparaba.

En las pelis siempre queda alguna bala,
que me da a mi sin querer

evitarlo.

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