jueves, 12 de noviembre de 2015

Siempre



Siempre que paso por el callejón en el que está tu portal me quedo mirándolo. O camino más despacio cuando llego al patio que hay delante de la casa de tu abuela. Son cosas que por mucho tiempo que pase nunca seré capaz de dejar de hacer.

Supongo que hay cosas que el tiempo no es capaz de borrar.

Al menos de mi.

Seguiré comprando chicles de hierbabuena porque sé que es la única variedad de menta que te gusta y compraré también una bolsa de patatas para que te las comas antes. No te llevaba a sitios en los que había carne porque sabía que desde hace algún tiempo no la comías, y nos pasábamos las tardes en tiendas de gominolas y heladerías porque te daban igual las calorías.

No hacía chistes con nada que tenga que ver con tu vida, porque sabía que odiabas que bromeara con eso. Me costaba mucho hacerte sonreír para que luego dejases de hacerlo de golpe como culpándote por haberlo hecho. A veces te reías; sin más.

Tampoco te gustaba que llevase razón y te sentías mejor cuando no te lo recordaba. No te gustaba que te diese mi opinión obre nada porque sabías que no era el mismo que el tuyo. Nunca estábamos de acuerdo en nada, pero nos encantaba discutir siempre.

Odiabas ver películas conmigo porque las narraba todas y hablaba mucho mientras lo hacía. Mi película favorita era lo contrario que la tuya.

No te gustaba mi forma de ser, decías que me infravaloraba, mientras decías que tú mismo no servías para nada. Mantenía conversaciones contigo mientras dormías, en las que me decías cosas que luego eras incapaz de recordar. Nos pasábamos las noches despiertas hablando de cosas que obviábamos por la mañana.

Hacíamos tantas cosas, que no se cómo habéis podido olvidarlas todas.

Aunque yo sigo mirando tu portal cuando paso y sigo andando más despacio delante del patio de tu abuela.

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