domingo, 31 de mayo de 2015

Vivo con miedo a tender demasiado


Porque tiendo toda la ropa por el lado de la izquierda, le pongo una pinza de más aunque no sea necesaria, y alguna que otra vuela hasta el suelo por falta de sostenibilidad en la ventana.

Cuando tiendo en verano paso calor y cuando tiendo en invierno no puedo con el frío, y si llueve, me mojo.

Pero también tiendo a pensar que todos los efectos mariposa que guardan mis pestañas son solo culpa tuya.

Que tu sonrisa es lo único que puede llegar a brillar más que cualquier cosa, si te lo propones; y que el marrón del otoño no tienen nada que hacer al lado de tu iris.

Tiendo a creer que los momentos que colecciono contigo nunca tendrán arrugas ni se harán viejos, no les vamos a dejar.
Llevo siempre uno pequeño en la cartera, por si no me apetece sonreír y bueno, después de verlo es imposible olvidar como se hace.

Tiendo a tener siempre cerca papel y lápiz para escribirte, o para no olvidar la silueta que me enseñaste una vez y que aún recuerdo de memoria.

Tiendo a echarle siete maldiciones y tres males de ojo a todas las que te miran como una propiedad y no como el vaivén de caderas más bonito de toda la calle, pero da igual, a ti te encanta que te miren así.

Tiendo a pedir deseos imposibles con pestañas invisibles que me invento, porque hace ya mucho se me cayeron todas y me supieron a poco; así que voy buscando pestañas ajenas o dientes de león fuera de bocas que no saben soplar, para dejarlos volar mientras te pienso.

Tiendo, y a veces, me sale toda la ropa descolorida y se me cae antes de ponerle la pinza que la salva del abismo.

Os lo dije, tiendo demasiado.

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