Porque tiendo toda
la ropa por el lado de la izquierda, le pongo una pinza de más aunque no sea
necesaria, y alguna que otra vuela hasta el suelo por falta de sostenibilidad
en la ventana.
Cuando tiendo en
verano paso calor y cuando tiendo en invierno no puedo con el frío, y si
llueve, me mojo.
Pero
también tiendo a pensar que todos los efectos mariposa que guardan mis pestañas
son solo culpa tuya.
Que
tu sonrisa es lo único que puede llegar a brillar más que cualquier cosa, si te
lo propones; y que el marrón del otoño no tienen nada que hacer al lado de tu
iris.
Tiendo
a creer que los momentos que colecciono contigo nunca tendrán arrugas ni se
harán viejos, no les vamos a dejar.
Llevo
siempre uno pequeño en la cartera, por si no me apetece sonreír y bueno,
después de verlo es imposible olvidar como se hace.
Tiendo
a tener siempre cerca papel y lápiz para escribirte, o para no olvidar la
silueta que me enseñaste una vez y que aún recuerdo de memoria.
Tiendo
a echarle siete maldiciones y tres males de ojo a todas las que te miran como
una propiedad y no como el vaivén de caderas más bonito de toda la calle, pero
da igual, a ti te encanta que te miren así.
Tiendo
a pedir deseos imposibles con pestañas invisibles que me invento, porque hace
ya mucho se me cayeron todas y me supieron a poco; así que voy buscando
pestañas ajenas o dientes de león fuera de bocas que no saben soplar, para
dejarlos volar mientras te pienso.
Tiendo,
y a veces, me sale toda la ropa descolorida y se me cae antes de ponerle la
pinza que la salva del abismo.
Os
lo dije, tiendo demasiado.
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