Hoy en día 'las
niñas ya no quieren ser princesas' como decía Sabina, pero sí que quieren
coronas.
Se pasan la vida
buscando príncipes que tengan poco de azul y follen bien, para pasar juntos dos
parasiempres seguidos que solo duren un suspiro y medio.
No les importa pasar
cada noche en una cama, ni compartir la suya con más de un desconocido que
dejan de serlo al tercer beso.
Abusan del
maquillaje buscando que los demás no encuentren lo que hay debajo, porque
siempre han pensado que lo importante era ser una cara bonita, y ninguna se
molestó en maquillarse también el corazón.
Tienen la extraña
manía de pensar que cuanto más larga sea una simple lista de nombres, más
largas se harán sus piernas, pero no es así.
A veces les da por
ir con esas faldas tan cortas que no tapan del frío, ni de los extraños, y
ambos se acaban colando por debajo haciendo cosquillas.
Las he visto beber
tanto para olvidar que cada día se me han presentado con un nombre diferente,
porque es lo único que eran capaces de dejar olvidado.
Van por la calle
lanzando miradas desesperadas y posesivas a todo aquel que se dejase mirar, y
al que no también, no nos engañemos, a ellas les vale cualquiera que tenga algo
a lo que pestañear.
Y yo hoy en día me
pregunto si todo esto es necesario, si no es mejor buscar a alguien que mida
los parasiempres con un calendario y no con un segundero, alguien que te
levante cuando tropieces, que no pase de largo sin saber, ni si quiera tu
nombre.
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