Creo que estoy loco. O, al menos, un caso perdido. Hay un dicho gallego que, traducido al castellano, sería algo como “verlas venir y dejarlas ir”. La historia siempre se repite, siempre. ¿Ves aquella piedrecita minúscula en el medio del camino? Tropecé con ella una vez, hace ya tiempo. Volví a pasar otra vez por el mismo camino y, ¿a qué no sabes qué? Volví a tropezar otra vez con la misma piedra, y me caí de culo contra el suelo, manchándome. Duele.
Podría estar diciendo todo lo que me ha pasado, pero no veo un por qué razonable, de hecho, no sé ni quién eres. La gente se equivoca, siempre se equivoca. Hacen cosas que no les gustaría que les hiciesen. Creo que no es tan difícil ser sincero, desahogarse con alguien sin puñetazos ni actos violentos varios de por medio.
El otro día estuve viendo una película que hacía años que no veía. Se nota que uno, al hacerse mayor, ve las cosas desde una perspectiva completamente diferente de como las percibía de niño. Me sentí muy identificado con dos de los personajes. Uno de ellos había sido esclavo de sus amos durante toda su vida. Vivía una vida llena de penurias y dificultades, en un estado de vida casi infrahumano. Pese a todo, intenta vivir lo mejor que puede. Se castiga. Sufre. Pero su sonrisa siempre está ahí. Al final de la película, recibe un calcetín mugriento en el medio de un libro destrozado. Es libre. Cuando lo vi, no pude sentirme más identificado con él. En la escena final, durante la cena, aparece alguien que nadie veía desde hacía mucho tiempo. “Nada es lo mismo sin ti”. Todos lo abrazan con cariño. Quisiera pensar que ojalá las cosas fueran así pero, en realidad, no lo son. Nunca había sentido nada más que un poco del miedo infantil al ver la película, pero esta vez, tuve que controlarme mucho para que no se me escapasen las lágrimas.
Somos débiles. Solo hace falta mirar al cielo una noche estrellada, en la que no se escuche más que la respiración de uno mismo. Infinitos puntos de luz que le dan vida a una sofocante e infinita oscuridad llena de nada. Eso te hace sentir que eres algo ínfimo, miserable, sin la más mínima importancia. Eres una pieza más en uno juego a nivel universal, en el que realmente no pintas nada.
Definitivamente, estoy loco.
MY LITTLE PRINCE
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