lunes, 23 de diciembre de 2013

Amor y otras drogas.

Aquella noche en la cuidad fue diferente a todas las anteriores que había vivido allí, eran las fiestas y todo estaba abarrotado de gente, las luces brillaban y la música sonaba por todas partes, hacía calor. Todos los que me rodeaban bailaban, saltaban y gritaban como si el mundo esa noche fuese a acabarse. Ella estaba allí, entre aquella multitud. Había una fuente no muy lejos de donde estaba, que era donde iba de vez en cuando, cuándo el cuerpo lo pedía. A lo largo de la noche ya había ido varias veces, y no me extrañó que ella pidiese que la acompañase a beber. Como siempre, para no perdernos por la marabunta de gente, nos dimos la mano y pasamos entre ellos hasta alejarnos del barullo de gente. Cuando ella terminó de beber agua, se sentó a un banco a esperar que yo bebiese.

Terminé y me senté a su lado, la dije ‘deberíamos volver’, ella se enfurruñó, no quería. Bromeamos un rato, con que allí se estaba mejor, la noche era cerrada pero si tenías paciencia suficiente podías encontrar alguna estrella tímida que no brillaba mucho. Era cierto, la noche estaba más calmada, allí parecíamos estar solo nosotros.


No sé muy bien por qué, qué cable se me cruzaría, pero mientras ellas me contaba algo me acerqué y la besé, nuestros labios apenas llegaron a rozarse más de un segundo, lo suficiente para notar algo. No tardé en ver que ella buscaba más, pues al separarme sus ojos seguían cerrados. La volví a besar, y no mucho después, no sabría cómo medirlo en minutos, me aparté despacio, me levanté y me alejé hacia un pequeño parque cercano. Ella me siguió, me había colgado de unas barras que había por allí, no sé muy bien por qué, quería provocarla, ver que hacía, fijarme en su reacción. Que se acercase. Era casi como que pidiese más besos. Entonces me bajé, me acerqué a ella,  puse mis manos en sus caderas, me apreté un poco contra su cuerpo y la volví a besar. Esta vez besos más largos, de esos que sabes que al acabar uno, solo vendrá una pausa lo suficientemente larga como para coger aire y volver a besar.

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