He visto caer 1000 tormentas
sin hacerse ni un sólo rasguño,
como si tuviesen la práctica suficiente
de haberlo hecho 1000 veces antes de ésta,
y se supiesen de memoria todos los tropiezos.
Me quiero quedar en la primera sensación
que tuve la primera vez que le vi,
-y a lo mejor también en la segunda-
en la magia que siempre intento contar
como si no la fuese a encontrar igual
en ningún otro sitio,
como si la pudieseis entender.
Sé con bastante certeza
que no voy a ser capaz de volver a ese punto
pero es que no me molesta
porque desde entonces va en aumento
en plan cuesta arriba en montaña rusa
-y por mucho que quiera,
no puedo no pensar en la hostia de la bajada-.
Somos el reflejo
de nuestra propia onda expansiva de historia,
y acercarnos al mismo vértice
nos hace vernos con más claridad,
aunque tú siempre hayas sido luz.
La velocidad siempre la he visto
como nunca he podido dibujarla,
borrosa
y de tu mano,
y siempre me tiembla la mía
cuando cojo el lapiz,
porque pensar en eso
siempre produce terremotos,
hiperventicaciones
y turbulencias
pero he aprendido a aterrizar bien
-como la lluvia-
sin hacerme daño.
He hecho hueco en la maleta de ilusiones
al hacer realidad alguna,
ahora caben todas las nuevas
que llevaba en los bolsillos
y tengo ayuda para cerrarla
o para hacer hueco
y que quepan más.
Alguien dijo una vez
'lo(s) demás eran simulacros,
tú eres el incendio'.
Y tú eres el incendio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario