Me lo preguntaste en un autobus,
uno de esos que aunque fuese tarde no olía a vomitos que podrían ser nuestros,
uno de esos que yo uso mucho,
y tú no sabes usar.
Lo dijiste,
pero antes.
Antes cenaste como un transeunte en un bar cualquiera de Montera,
las calles de Madrid sabían de tu presencia,
y cualquier garito de Malasaña te veía embelesado pasar por delante
y pestañear.
Bajamos toda la calle huertas
buscando un techo y paredes
que nos guardaran del calor que teníamos
y nos diesen algo con hielo para subsistir.
Me robaste un beso.
(Te lo regalé)
La Castellana
-o cualquiera que quisiera pasear por allí-
nos vio de la mano ignorar todo lo demás
porque no nos hacía falta.
Te tenia tan cerca
que me daba igua lo lejos que pudieras estar después
y después
y después
porque justo ahí
te tenía
y yo,
ya era tuya mucho antes.
Y llegamos a la parada de aquél autobus
donde cada minuto de espera era un grado menos
y mis pies no estaban allí desde hacía un rato
y mis manos ya no podían más
y hacia frío
y aire
y más frío
y te quedaba preciosa esa sonrísa que tenias puesta.
Nos subimos y me lo dijiste
'¿Dormimos juntos?'
dejé de mirar por mi ventana
para mirar a las tuyas
y no sabia qué decir.
Tenías una cara que no he visto mas veces,
y me apretaste la mano cómo yo no lo hacía.
La indecisión viene cuando menos la necesitas.
(Y más cuando no depende de ti)
Volví a mirar por mi ventana y no volví a mirar las tuyas en el resto del viaje.
Nos bajamos de aquél autobús.
Y dormimos juntos.
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